Nada les fascinaba más que lo extraño y las muñecas de
porcelanas estaban dentro de lo ‘extraño’. Coleccionaba muchas, cada día más y
más. Las adquiría en tiendas de su localidad y luego de comprarlas les agregaba
detalles que luego sólo él podía comprender. Intentaba siempre de hacerlas ver
aterradoras y raras. Además de eso, coleccionaba bocetos que también adornaba a
su antojo con simples rasgos o con cabello humano. Todo lo extraño y grotesco
era bienvenido y Tracy lo comprobó cuando se dio cuenta que sobre su refrigeradora
había un collage de vaginas enfermas y trozos de carne encima. Kurt había
adquirido estas imágenes cuando fue recepcionista de un consultorio médico. También
coleccionaba cajas en distintas formas, pero sus preferidas eran las que tenían
forma de corazón.
Yo colecciono despertadores ¿Tú?
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